miércoles, 24 de septiembre de 2008

DIFUNTA CORREA

La Difunta Correa no es ni una leyenda ni un mito. Dada su raíz histórica, y aunque no se conozcan todos los detalles puntuales de su vida algunos datos queden desdibujados por el paso del tiempo, la tierna imagen de la joven (apenas un poco más de 20 años) que sin miramientos sigue los pasos de su marido-convocado para pelear en una guerra contra su voluntad- y muere de sed en el desierto, alimentando con su leche a su chiquito aun después de muerta, es el símbolo de la madre que protege a sus hijos más allá de todo

Un poco de Historia

A principios del siglo XIX vivieron dos hermanas de apellido Correa en la provincia de San Juan, quienes se casaron con dos hermanos Bustos, sobrinos del Gobernador Bustos, caudillo de Córdoba. Al hacerse presente el general Lamadrid al frente de una columna del ejército unitario y ocupar en dos oportunidades su provincia, sufrieron crueles padecimientos.

Una de ellas, esposa del joven doctor Francisco Ignacio Bustos, perdió a su marido, en junio de 1830, asesinado en la prisión por orden de Lamadrid; la otra, Deolinda Correa, en ocasión de la segunda invasión de Lamadrid en 1841, siguiendo a su marido apresado en Valle Fértil, se lanzó sola y a pie con su hijo de pocos meses en brazos, por la travesía que media entre San Juan y Valle Fértil. Una a una fue consumiendo todas sus provisiones (el charqui, el patay, algunos higos y, lo más grave: el agua). Para seguir adelante, calmaba su sed con tunas, cuya carne jugosa engaña la sed, raíces amargas y hasta con tierra. Cuando, a lo lejos, empezaba a vislumbrar la copa de los primeros árboles cercanos a Caucete, la abandonaron las fuerzas y sobre el recalentado suelo de Vallecito fallece, sin ver cumplido el deseo de ver s su esposo. Según la tradición, antes de morir, le pidió a la Virgen protección para su niño, y fue así que su hijito siguió alimentándose con la leche de su pecho y amparado del sofocante calor por el cuerpo de Deolinda, aun después de su muerte. Poco después, pasaron por el lugar un grupo de arrieros que, conmovidos por el cuadro, le dieron sepultura a la Difunta en ese mismo lugar (Cuesta de la Sierra Pie e Palo, en las proximidades de Vallecito), y como en el cuello de la muchacha encontraron una medalla en donde se leía el nombre de un tal Correa, héroe de la Batalla de Chacabuco, tallaron en un tronco de algarrobo: Difunta Correa, y con unas ramas hicieron una sencilla cruz para su tumba.

Al niño se lo llevaron con ellos y se lo entregaron a unas mujeres de San Juan, quienes con toda generosidad, lo criaron. Su trágica historia no tardó mucho en ser conocida y, poco a poco, empezaron las peregrinaciones a su tumba, que fue convirtiéndose en santuario.

3 comentarios:

sil dijo...

chicas qué buena info, yo sabía la historia, pero nunca imaginé que tendrían que ver los enfrentamientos de unitarios y federales...

Valeria Rodriguez dijo...

muy lindo, sigamos conociendo más cosas de nuestro querido país.

valeria y ornela dijo...

muchísimas gracias por sus comentarios, nos alegra que nuesro trabajo les guste

EL GRAN MUNDO DE SAN JUAN CUENTA CON TODOS ESTOS INCREIBLES PAISAJES QUE TE ATRAPARAN

PARQUE NACIONAL SAN GUILLERMO

Ischigualasto - Valle de la Luna